La división del trabajo

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¿Por qué todos no cosechamos nuestros alimentos, construimos nuestros hogares y confeccionamos nuestra propia vestimenta? Podríamos ahorrar tiempo y evitar la necesidad de usar dinero.


La realidad es que una propuesta como la anterior no es práctica por una multitud de razones. Inicialmente, especializarse en un área toma tiempo (10 mil horas de práctica según algunos); no es razonable que cada ciudadano domine, a través de la práctica regular, todas las áreas del saber.


Segundo, hay actividades que tienen economías de escala, es decir, que la eficiencia y la rentabilidad aumenta a medida que aumenta la producción. Por ejemplo, sería un tanto incoherente esperar que todos poseamos la infraestructura necesaria para construir un automóvil.


Tercero, y aún más importante, cuando alguien realiza una misma tarea, o conjunto de tareas, por mucho tiempo, desarrolla una serie de capacidades y conocimientos adquiridos por la práctica que lo convierten en un experto capaz de realizar trabajos más rápidos y de mayor calidad.


La división del trabajo permite, por estos y otros medios, que las sociedades, las compañías, e incluso las familias, sean más que la suma de sus partes.


Esta división del trabajo, que en economía es también conocida como “especialización”, ocurre también en el interno de las firmas y en los procesos productivos. Los trabajadores se enfocan en una única parte del proceso de producción hasta que se especializan en la misma. Cuando cada trabajador es el mejor en lo que hace, aumenta su productividad y la empresa maximiza el nivel de eficiencia.


"Por necesidad, el que lleva a cabo una tarea muy especializada, la hará mejor". Xenophon (430 – 354 BC)


Las palabras de Xenophon, que anteceden por más de dos milenios al ensayo de Adam Smith, considerado el padre de la economía, fueron tan ciertas en la Grecia antigua como lo son en pleno siglo XXI.