La bancarización puede ser definida como el grado de participación que tienen las personas y las empresas en los servicios financieros formales que ofrece un país. Su grado de importancia radica en que en la medida que una población se encuentre más bancarizada, los niveles de crecimiento económico pueden ser superiores, dado que mientras mayor sea el acceso al financiamiento por parte de los agentes económicos, el mismo se convierte en un mecanismo para aumentar sus capacidades productivas y mejorar sus niveles de ingresos.

La bancarización está directamente relacionada con el significado de inclusión. Un mayor acceso de la población de menores ingresos a los servicios financieros puede traducirse en una disminución de la pobreza, al permitirles realizar actividades para mejorar sus ingresos y fomentar el ahorro.

Todo gobierno debería implementar políticas orientadas a incrementar los niveles de bancarización, lo que a su vez permita una fiscalización más efectiva debido al mayor nivel de transparencia asociado a la bancarización. Implementar leyes de inclusión financiera no solo facilita la educación financiera de la población, sino que además los acerca a los instrumentos financieros que necesitan para lograr sus metas.

En República Dominicana los niveles de bancarización vienen creciendo considerablemente en el mercado formal en los últimos años. Según cifras del Banco Mundial, el porcentaje de población bancarizada se incrementó desde un 38.2% hasta el 54% entre 2010 y 2014. Nuestro país logró situarse por encima del promedio de América Latina, estimado en un 51.1%, según lo informa la Asociación de Bancos Comerciales del país (ABA).

La búsqueda de nuevas formas de incluir a vastos sectores de una sociedad como usuarios de la banca, y, por tanto, como actores de la economía moderna y formal, se ha convertido en una tendencia irreversible, puesto que en la práctica las instituciones financieras han masificado muchas vías posibles de extender sus servicios hacia todos los estratos sin excepción.