La energía como motor del desarrollo sostenible

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En la actualidad, una gran parte de las políticas gubernamentales se enfocan en el desarrollo sostenible de las naciones. El mismo, definido por Amartya Sen (ganador del Premio Nobel de Economía de 1998) como el proceso de expansión de las libertades reales, siempre y cuando no se afecten las capacidades de futuras generaciones, es la base conceptual de las agendas de desarrollo sostenible. La vigente “Agenda 2030 para el desarrollo sostenible” elaborada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) consta de 17 objetivos, dentro de los cuales se encuentra la disponibilidad de energía asequible y no contaminante.

Para febrero de 2017, la producción de energía de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD) fue de 829,744 gigavatios por hora (Gwh) con un crecimiento interanual de -3.26%. Como grupo, la OECD descompone su generación de energía en combustible (58%), nuclear (18%), hidráulica (14%), geotérmica y otros (10%). Desde otro enfoque, los cinco mayores productores de energía del grupo produjeron a la fecha de estudio un total de 235,399 Gwh. Dicha energía se vio distribuida entre Estados Unidos (55.65%), Japón (16.05%), Canadá (10.09%), Alemania (9.86%) y Francia (8.35%).

Por otro lado, de acuerdo al tipo de energía producida, en el caso de la nuclear se destaca la presencia de Estados Unidos (64,048 Gwh) y Francia (33,368 Gwh) como grandes productores. En este mismo sentido, en el caso la energía hidráulica se debe de mencionar el caso de Canadá (36,699 Gwh) y Estados Unidos (26,029 Gwh). Es importante mencionar este último tipo de energía por la baja contaminación que conlleva dicho proceso productivo, aspecto que puede no caracterizar la generación de otros tipos de energía como la nuclear (en el caso de accidentes).

Cabe destacar que la producción de energía tiene un fuerte componente estacional, en donde se eleva la producción a principios de invierno y de verano por el componente climático. En términos generales, dicho componente se evidencia en el uso de aires acondicionados (verano) o calentadores y servicios de calefacción (invierno), la producción agrícola y el uso de automóviles. Sin embargo, incluso tomando en cuenta la estacionalidad y el crecimiento poblacional, podemos ver que el crecimiento de la producción de energía eléctrica de los países de la OECD tiende a un punto de convergencia cero, evidenciando quizás la moderación de su ritmo de crecimiento poblacional.

A pesar de que las tasas de crecimiento de la producción de energía de la mayoría de los países de la OECD tienden a cero, existen oportunidades de mejora en algunos países donde la distribución de los recursos energéticos es desigual. Esta desigualdad es aún más marcada en los países fuera de la OECD, donde el trabajo de la agenda de desarrollo sostenible debe tener un mayor empuje en el futuro inmediato.