¿Qué significa cuando los economistas hablamos de cifras
“reales” o
“nominales”? La respuesta corta es que nos referimos a que, para evaluar el desempeño de cualquier
indicador económico o financiero, una buena práctica es descontar del mismo el efecto precio, haciendo que esté expresado en términos reales.
Un ejemplo ilustrativo de esta metodología es el análisis del salario. Según la
Superintendencia de Pensiones (SIPEN) el salario promedio de los cotizantes en la
Seguridad Social aumentó un poco más que 50% entre diciembre de 2008 y mayo de 2017. Sin embargo, durante el mismo período las estadísticas del
Banco Central de la República Dominicana (BCRD) nos indican que se experimentó una
inflación generalizada de precios de casi 40%. Entonces, podemos hablar de que en términos nominales el salario promedio creció en 50%, pero en términos reales sólo aumentó 10%.
Esta visión no solo aplica a los agregados macroeconómicos, como el salario promedio de la economía y la inflación. Evaluar la diferencia entre el crecimiento real y nominal de un negocio es clave para determinar su desempeño. Es necesario descomponer siempre el aumento de las ventas o ingresos entre el efecto precio y el efecto cantidad. Podrían existir dos negocios que aumentaron sus ventas de un año al otro, pero su situación es significativamente diferente si el primero aumentó su cantidad vendida, y mantuvo precios fijos, pero el segundo aumentó precios y vendió las mismas unidades. El primero creció en términos reales, mientras que el segundo creció en términos nominales.
Se nota la relevancia de distinguir la variación real y nominal de los indicadores económicos y financieros. Esta forma de pensar permite un análisis más profundo y detallado, entendiendo mejor la estructura del crecimiento o cambio de los indicadores. La distinción entre valores reales y nominales les facilita a tanto los hogares como las empresas, en agregado a los hacedores de política, a tomar mejores decisiones.