Crónicas de una normalización anunciada

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¡El tío Sam lo hace de nuevo! En un país como República Dominicana es inevitable dedicar unas líneas al fenómeno sin precedentes que protagoniza uno de los escenarios más relevantes a nivel internacional. En la palestra económica escala cada día el debate sobre el programa de normalización monetaria estadounidense; el análisis que a continuación se presenta pretende explicar en qué consiste dicho programa y evaluar los posibles efectos que el mismo podría tener en Estados Unidos, y, por ende, en República Dominicana.

El programa de normalización monetaria de Estados Unidos se basa en dos pilares principales: el aumento gradual de las tasas de interés y la reducción de la hoja de balance de la Reserva Federal (FED o Banco Central de EEUU). Del primero se sabe que en este año se ha subido dos veces el rango objetivo de las tasas de fondos federales y que se asigna una alta probabilidad a que ocurra otro incremento a cierre de año. Del segundo pilar se conoce que la FED iniciará la reducción de la hoja de balance a partir de octubre del presente año. Pero ¿qué significa esto?

Normalizar la hoja de balance de la FED implica que las autoridades reviertan el programa que se inició en 2009 para aliviar los efectos de la crisis subprime. En aquel entonces, para reactivar la economía, la Reserva Federal resolvió comprar deuda del gobierno estadounidense y valores respaldados por hipotecas ──. Desde ese momento, los pagos de deuda que recibe la FED habían sido reinvertidos y como consecuencia estos activos ahora ascienden a US$4.5 billones.

El plan que inició en octubre 2017 se ejecutará a través de una disminución gradual de dichas reinversiones. ¿Cómo? Se establecerá un monto máximo de los pagos que recibe la Reserva Federal que no se destinarán a reinversiones. Se prevé que para pagos de capital de bonos del Tesoro el límite sea de US$6 mil millones por mes hasta aumentar paulatinamente a US$30 mil millones. Por otro lado, para la deuda de valores respaldados se estima que el límite será de US$4 mil millones mensuales hasta ascender a los US$20 mil millones.

El efecto que tendrá este papel menos activo de las autoridades monetarias es incierto. Las opiniones se encuentran divididas: algunos sostienen que no habrá ninguna consecuencia en la economía mientras otros auguran lo contrario. El alegato de que la medida anteriormente descrita sí suscitará cambios en los mercados descansa esencialmente en los grandes efectos que tuvieron la medida que buscaba remediar los efectos de la crisis (Quantitative Easing o QE) y un plan similar al que acaba de iniciar puesto en marcha en 2013 (Taper Tantrum).

Otros sostienen que no hay de qué preocuparse porque la reducción del balance no será tan grande como el aumento que tuvo lugar en la fase de expansión por varias razones operativas. Un segundo punto a favor de este planteamiento es que cualquier desequilibrio que la normalización pueda provocar en el mercado sería rápidamente corregido por medidas de tasas de interés; es decir, que el futuro de la política monetaria estadounidense dependerá no solo del desenlace de la hoja de balance, sino también de los movimientos de las tasas.

Al margen de las especulaciones de largo plazo, los mercados de Estados Unidos reaccionaron al anuncio de la normalización impulsando el rendimiento de los bonos del tesoro al alza. Para República Dominicana esto significaría un incremento en la tasa libre de riesgo; si la respuesta de la economía estadounidense es muy fuerte, las bajas tasas que dominan el mercado dominicano tendrían que repensarse. El análisis se torna más interesante si se considera el lento ritmo económico del que parecen hablar las estadísticas de desempeño del tercer cuatrimestre del año. Y todavía hay más. La posible reforma fiscal estadounidense ─musa de los fuertes cambios de las expectativas de los agentes en 2017─ potenciaría estos incrementos de tasas y ejercería presiones en la inversión extranjera directa dominicana. Sin intención o no, la economía más grande del mundo juega un papel determinante en las decisiones de políticas de su alrededor, y República Dominicana es un ejemplo vivo de ello.