La canasta óptima de consumo de los individuos depende de aquella combinación de bienes que les dé mayor felicidad y que se ajuste a su renta disponible. También depende de la curva de indiferencia tangente a la restricción presupuestaria de los individuos. Variaciones significativas en los determinantes de dicha canasta, pueden alterar nuestro patrón de consumo. Aquí pretendemos desarrollar, de manera general, cuáles son esas variaciones y cómo responden los bienes a estas según su clasificación.
Primero asumamos que todos somos racionales y que nuestras preferencias por uno u otro bien no cambian si todo permanece constante. Bajo este supuesto, podríamos afirmar que las personas cambiamos nuestra elección óptima de consumo en función a: i) cambios en el precio de la canasta de consumo, ii) variaciones en los ingresos, y iii) alteraciones en el precio de productos que se relacionan con aquellos bienes que consumimos.
Como habíamos comentado anteriormente, el precio de un bien afecta la cantidad que se puede comprar del mismo. La relación precio-cantidad puede ser positiva, negativa o incluso cero en un determinado rango de precios. Si cuando el precio aumenta, la cantidad demandada del bien que consumimos disminuye, estamos frente a un bien ordinario. Si la relación fuese positiva y ante un aumento del precio del bien en cuestión, aumenta también la cantidad demandada hablamos de un bien Veblen o un bien Giffen. Un tipo de bien Giffen sería la insulina para una persona diabética, cuya demanda es relativamente insensible a los cambios en el precio ya que es un producto vital para quien lo consume; un tipo de bien Veblen es una obra de arte (como una pintura), cuya demanda aumenta en la medida que su precio hace lo mismo debido a que quien adquiere el bien, generalmente, busca satisfacer una necesidad de lujo.
El segundo determinante que provoca cambios en la demanda de los bienes que consumimos es el ingreso. De manera casi intuitiva, estableceríamos una relación positiva entre nuestro ingreso y la demanda de bienes, pero este es solo el caso del bien normal. Si la cantidad demandada de un bien aumenta cuando disminuye la renta disponible del individuo, hablamos de un bien inferior. Un ejemplo de bien inferior pueden ser los boletos del autobús, pues a medida que disminuye significativamente la renta de las personas, es de esperarse que se utilice más el autobús que los taxis o el transporte privado como medio de transporte.
El tercer factor que afecta la decisión óptima de consumo de las personas es la variación en los precios de productos relacionados con la canasta óptima de los individuos. El producto que se decide consumir puede ser complementario o sustituto a otro. El café y el azúcar son ejemplos de bienes complementarios, y como consecuencia el alza en el precio del azúcar afecta negativamente el consumo del café. Por otro lado, cuando un bien tiene cierto grado de sustitución, como podría tenerlo la carne de pollo y la de res, un aumento en el precio del pollo puede provocar un aumento en el consumo de carne de res.
Hemos determinado la dirección del cambio que puede experimentar la cantidad demandada de un bien ante variaciones en su precio, en el ingreso del individuo y alteraciones en bienes complementarios o sustitutos. Sin embargo, las magnitudes de estos cambios responden a características propias de cada bien y se determinan con el cálculo de las elasticidades ─una medida de la capacidad de respuesta de la cantidad demandada u ofrecida ante un cambio en uno de sus determinantes─. Por ende, de los factores que influyen en la demanda mencionados en este Macroconcept, podríamos destacar la elasticidad precio de la demanda, elasticidad ingreso y elasticidad precio cruzado. Para analizar con más profundidad los cambios en la canasta de consumo de un individuo se desarrollarán los diferentes tipos de elasticidades en una próxima oportunidad.