El
2018 se vislumbra como un año en que muchas cosas cambian en la
economía dominicana, y en que otras tantas quedan iguales. Habiendo mantenido un ritmo de crecimiento muy acelerado en la historia reciente, es conveniente evaluar cómo una posible reversión de esta tendencia tiene implicaciones transversales a todos los sectores y los hogares de
República Dominicana.
La desaceleración del crecimiento económico de República Dominicana desde 7% hasta menos de 5% dificultaría el logro de las ganancias de la reducción del
desempleo. Ya hace varios años economistas de renombre como
Magdalena Lizardo y
Rolando Guzmán estimaron que las reducciones del desempleo, que vienen impulsadas por crecimiento económico, requieren que el mismo se encuentre por encima de la tendencia de largo plazo para ser consideradas significativas. El gobierno debería considerar lo anterior dentro de su estrategia de asistencia social para anticipar el caso hipotético en que la misma inversión de años pasados no retorne en el futuro los frutos acostumbrados.
En materia de reformas estructurales el 2018 no se augura muy diferente a años anteriores. Sigue pendiente una reforma real al
sector eléctrico, una discusión sobre el balance de los derechos de los trabajadores y la rentabilidad de las empresas en una reforma laboral, y una reflexión sobre el tipo de Estado que queremos, y cómo se va a financiar, en una reforma fiscal de ingresos y gastos. La reducción del crecimiento económico introduce trabas a la efectiva implementación de estas reformas, ya que ningún sector quiere enfrentar más cargas en el momento que sus ventas desaceleran.
Paradójicamente, es posible que la ralentización del crecimiento beneficie marginalmente al
mercado de valores. La colocación de bonos está relativamente lenta, por lo tanto, los bancos se ven en la necesidad de mantener más
liquidez y buscar activos alternativos en el universo limitado de inversiones del país. Generalmente en este escenario, las empresas se mostrarían reacias a hacer ampliaciones de su capacidad productiva, por lo que una mayor parte del excedente que generan se destinaría a ahorros en el mercado de valores con rendimientos por encima de la banca comercial.
Sin embargo, estos rendimientos han caído desde la segunda mitad del 2017, fruto de la misma liquidez de la economía y las medidas monetarias del
Banco Central. Esta reducción de tasa implicó ganancias importantes en el mercado de capitales para muchos de los actores, y en el mediano plazo esto podría estimular a más empresas del sector privado a hacer emisiones nuevas a tasas más atractivas, ampliando así la oferta de inversiones para el mercado.
La capacidad de generación de
divisas se hace cada vez más importante en un momento de ritmo económico reducido. A pesar de que el crecimiento del
turismo y las
remesas se mantiene alto, la situación no es así para las exportaciones y la
inversión extranjera directa. El tratamiento de estas dos actividades en las reformas estructurales que se hagan durante los próximos años será decisivo en el desempeño futuro de las industrias exportadoras.
Los bienes producidos en el país son de excelente calidad. No es sólo el cacao, banano, aguacate, oro y textiles básicos los que hacen de República Dominicana un productor reconocido en el exterior. El país produce en sus
zonas francas maquinarias de alta tecnología. Se ha demostrado que es posible tratar el cacao localmente y convertirlo en un chocolate terminado, con mayor valor agregado, un sabor único y perfectamente competitivo en mercados internacionales. Estas son solo pinceladas de lo posible en un ambiente de impulso a la actividad exportadora dominicana.
En resumen, el 2018 se vislumbra como un año en que muchas cosas cambian, y en que otras quedan pendientes. Luchar para que los temas difíciles se trabajen es una tarea ardua pero necesaria. La discusión de algunos tópicos es incómoda, pero exactamente por eso es por lo que es tan urgente que se tengan. Aprovechemos los apuntes que trazarían de nuevo los técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) en las próximas semanas como punto de partida para conversar sobre la República Dominicana que queremos dejarle de legado a nuestros hijos, y los esfuerzos que hay que lograr para alcanzarla.