Tras una intensa contienda electoral que finalizó el día martes, 8 de noviembre, el presidente elegido para el periodo electoral 2017-2020 ha sido Donald J. Trump luego de una reñida votación. Algunas de las propuestas del magnate empresario radican desde construir una muralla en la frontera EE.UU.-México, hasta reemplazar el Obamacare con cuentas de ahorro para la salud y eliminar los acuerdos de libre comercio. Debido a las diferencias entre su candidatura y la de su rival demócrata, Hillary Clinton, el costo de oportunidad de tomar a un candidato sobre el otro, cambiaria drásticamente el rumbo del país y de la economía mundial. En el marco del período post-electoral, hemos decidido visualizar la evolución en algunos de los indicadores macroeconómicos más importantes para los períodos presidenciales de los últimos cinco presidentes de Estados Unidos.
Iniciando el análisis con Ronald Reagan (1981-1988), quien encontró un Estados Unidos con bajo crecimiento, alta inflación y creciente desempleo. Podemos ver cómo, para comienzos de su presidencia, la tasa promedio de desempleo era de 7%. Mediante la reducción del gasto público e impuestos y mediante controles de oferta monetaria, el gobierno de Reagan redujo las tasas de desempleo e inflación, construyendo así una economía más estable. No obstante, Reagan creó un alto déficit fiscal, carga que le tocó al próximo presidente electo, George H.W. Bush.
Una de las promesas de la campaña electoral de George H.W. Bush era no incrementar los impuestos; sin embargo, en función de hacerle cara al alto déficit fiscal creado por el gobierno de Reagan, Bush decidió aumentarlos, trayendo consigo la desconfianza del partido Republicano. Debido a las reorganizaciones corporativas de las empresas de Estados Unidos, la tasa de desempleo mantuvo una tendencia al alza, por lo que Bush incrementó los programas del gobierno para desempleados. Este es, uno de los varios acontecimientos que contribuyeron a la recesión que ocurrió desde julio de 1990 hasta marzo de 1991. El objetivo principal de la Reserva Federal de los Estados Unidos para ese momento era reducir la inflación, por lo que se percibió una política monetaria restrictiva.
Le sigue Bill Clinton (1993-2000), cuyos mandatos se caracterizaron por ser de crecimiento económico. El desempleo se mantuvo en una tendencia a la baja, mientras que el crecimiento del PIB era cada vez más agudo y constante. Algunas de las políticas que marcaron la época de Clinton se enfocaron en estimular la inversión privada, siendo estas: la decisión por la reducción del déficit fiscal y la combinación de baja tasa de interés e inflación (en su segundo periodo). La propuesta económica de Clinton buscaba un acercamiento con el sector empresarial.
El periodo electoral del presidente George W. Bush abarcó de 2001 a 2008. Bush se comprometió a reducir los impuestos, mediante reformas entre 2001 y 2003. Esta reducción permitió el incremento de la deuda fiscal, la cual también fue afectada por catástrofes como el huracán Katrina y los ataques terroristas como el de las torres gemelas el 11 de septiembre. Bush padeció de dos recesiones dentro de su periodo, la segunda siendo la peor desde la Gran Depresión, causó que aumentara el desempleo y se registrara una deflación. Bush, mediante el Acta de Estabilización Económica de Urgencia, autorizó la compra de activos basura para reequilibrar la economía.
Finalmente, el gobierno de Barack Obama (2009-2016) enfrentó la difícil labor de trabajar para lograr que la economía estadounidense se recuperara tras la crisis económica de 2008. Su plan económico se caracterizó por impulsar el crecimiento económico, que ha sido constante desde el primer trimestre de 2010; y reducir el desempleo, el cual en seis años pasó de 10% a 5%. Dentro de las políticas tomadas por el demócrata se encuentran: el incremento de los impuestos a los más ricos y la reducción de los mismos a los más pobres, además del incremento del servicio público y mejora de beneficios a los desempleados. Dentro de las medidas de política pública más relevantes, se encuentra el Obamacare, el cual buscaba reducir el costo de los servicios de salud, primordial para el desarrollo y bienestar de los más vulnerables.
Solo queda esperar que ante el nuevo presidente Donald Trump, la nación americana pueda darle continuidad a sus niveles de crecimiento y bienestar económico, sin afectar significativamente los mercados internacionales, sobretodo aquellos muy dependientes de la economía de Estados Unidos. En definitiva, la mejor expectativa estaría enfocada en que la transición no sea abrupta, y que los agentes puedan tomar sus decisiones con bajos niveles de incertidumbre.