El mercado laboral en República Dominicana es un pilar fundamental para el desarrollo económico del país. Su estado no solo refleja el crecimiento en términos de empleo, sino que también es un indicador clave del avance económico general. La evolución del empleo, tanto en su formalidad como informalidad, ofrece una visión integral del bienestar de la población y la salud económica.
Este MacroChart analiza empleo por región y sectorial, así como la tasa de formalidad, a partir de la Encuesta Nacional de Fuerza Laboral (ENCFT) del Banco Central de la República Dominicana. Los resultados son para el promedio del 2023, y arroja resultados interesantes. Se analizan los ocupados, que son todas aquellas personas reportaron haber trabajado durante el período analizado. Se diferencia por nivel de informalidad, lo que está relacionado al acceso a la seguridad social a través del empleo y la existencia de un contrato laboral verbal o escrito. Estos empleados pueden clasificarse además en públicos o privados, dependiendo de la naturaleza de la empresa donde laboran.
Analizando este conjunto de datos, podemos apreciar que la mayor parte de los ocupados (62.3%) se encuentran en las regiones Ozama, Yuma y Cibao Norte, conformados por provincias como Santo Domingo, La Romana y Santiago, entre otras. Los principales sectores empleadores son comercio, otros servicios e industria. Sin embargo, los niveles de formalización son muy diferentes en estos tres sectores. Mientras el sector comercio y servicios presentan una tasa de informalidad superior al 67%, la industria tiene una informalidad de 38.5%. En tamaño le siguen los sectores de construcción y hoteles, bares y restaurantes (HBR). El sector construcción tiene altos niveles de informalidad, con un 87.3%, mientras que HBR tiene una informalidad de 58.1%. En el caso de HBR, se destaca que, en la zona Este, el sector tiene una informalidad de 20.8%, siendo también la principal actividad de esta zona. Esto es un reflejo de la incidencia de la actividad hotelera.
Los sectores de enseñanza, salud y energía son los de menor informalidad, luego de administración pública, que es 100% formal. Esto se debe a que ambos tienen una gran participación del Estado. El 69% de los trabajadores de educación trabajan en el sector público, mientras que el 55% del sector salud y el 87% del sector energía están ocupados en el sector público.
El sector agrícola, que representa menos del 8% del mercado laboral, también muestra altas tasas de informalidad debido a la naturaleza propia del empleo. Este sector es el principal de las regiones el Valle, Enriquillo y Cibao Noroeste. Las políticas destinadas a mejorar la productividad agrícola y el tamaño de este sector pueden tener un impacto importante, no solamente en la generación de divisas por exportación y sustitución de importaciones, sino un impacto en la generación de empleos y pobreza de estas zonas.
El mercado laboral dominicano refleja las complejidades de una economía en evolución, con dinámicas regionales y sectoriales que influyen tanto en el empleo formal como en el informal. Si bien sectores claves como la administración pública, la salud y la educación concentran una proporción significativa del empleo formal, especialmente en zonas urbanas, el sector privado domina en otras áreas económicas y regiones del país. La informalidad, lejos de ser un fenómeno meramente negativo, es en muchos casos una opción deliberada para aquellos que valoran la flexibilidad o encuentran mayores oportunidades en el sector informal, por temas de vinculados a sus niveles educativos, tamaño del mercado o ciclo de vida. Lo importante es implementar políticas tendentes a reducir los efectos negativos de la informalidad, o incrementar el atractivo de la contratación formal, ya sea vía crecimiento o políticas laborales.
Es evidente que las metodologías tradicionales de empleo no capturan plenamente las nuevas realidades del trabajo, como el auge de los trabajadores nómadas digitales, los influencers, y otras formas de empleo no convencional que desafían las categorías establecidas. Estos cambios exigen una revisión continua de las definiciones clásicas de empleo para ajustarlas a las realidades modernas. En adición, un gran reto es cómo incluir a estos empleados en sistemas que le permitan ahorrar para su retiro o acceso a salud privada (aunque en este caso, el Estado ha jugado un rol más protagónico).
Otro elemento importante es que con un nivel de informalidad del 56.5%, todas las políticas de salario mínimo y cesantía dejan fuera a la mayor parte de la población. Sería interesante analizar si estas condiciones limitan el crecimiento del mercado formal. A medida que los pasivos laborales crecen, posiblemente la apertura del sector privado a incrementar los empleados formales sea menor.